Mal de muchos...

Raúl Masa / Madrid.

Dice el refranero popular, unas vez con razón y otras sin ella, que el mal de muchos es el consuelo de los tontos. Pues bien, en este Mundial podría ser un remedio muy recomendable para las grandes potencias de esto del balompie.

Cuando llevamos consumida casi la primera mitad de la fase de grupos ya hay conclusiones muy contundentes. Sin ir más lejos el hecho de que nuestros vecinos, los gabachos que tanto queremos, están casi fuera del Mundial. Puede que les haya pasado por "sucios hijos de puta" o porque su juego deja mucho que desear.

Otros que pueden bailar con la más fea en la última jornada son los alemanes, esos que en la primera jornada maravillaron al mundo y demostraron su potencial contra una selección de nivel mundial como la de Australia.

Por último tenemos a los ingleses, cuyo entrenador ganalotodo parece que se está encontrando con la realidad de un torneo corto para el cual sus métodos no son los mejores.

Falta Italia, pero como esto se ha escrito antes de que se vean las caras con las bailarines neozelandeses, habrá que esperar.

Con todo ello, qué conclusiones se pueden sacar. Pues que no estamos tan mal como parece, que España ha tenido un traspies, pero que en el primer Mundial de la verdadera globalización cualquiera te puede hacer un roto, que el Mundial de los porteros fallones y los planteamientos antifútbol cualquiera te gana un partido, en definitiva, que en el Mundial de las sorpresas puede que a octavos de final no lleguen muchos de los que deberían.

* Texto editado al término del Italia 1-1 Nueva Zelanda

Sí, este Mundial ya puede ser, al menos de momento, etiquetado por dos cuestiones:

1. Por ser el Mundial de los tópicos rotos. Italia ha perdido su flor, Alemania juega bien y Holanda se vuelve resultadista en la primera fase

2. Será un Mundial que tenga una fase de 1/16 de final. Alemania, Italia, Francia, Inglaterra, España y quien sabe si Brasil, deberán jugarse a vida o muerte el último partido de la fase de grupos. Solo valdrá la victoria.

A falta de buen juego y goles, parece que la emoción de ver a los grandes contra las cuerdas puede ser un consuelo.